Las fallas de Andorra son una tradición ancestral que se ha recuperado gracias al esfuerzo de un grupo de jóvenes de Andorra la Vella en 1987. 

Esta celebración, que se perdió a mediados del siglo pasado, consiste en quemar un tronco largo de boj en el que se coloca corteza de abedul, que los jóvenes de cada región, los fallaires, giran en llamas alrededor de la hoguera. Una vez encendidas, las fallas se agitan y se hacen girar vertiginosamente hasta que forman grandes ruedas de fuego de una plasticidad y atractivo casi hipnótico.

Hoy en día, la quema de las fallas se puede ver en diferentes lugares de Andorra durante la noche de San Juan, el 23 de junio, como en Andorra la Vella, Encamp, Sant Julià de Lòria, Escaldes-Engordany, Canillo i la Massana, así como durante la noche de San Pedro, el 28 de junio, en Ordino.

La celebración de las fallas finaliza con el encendido de la tradicional hoguera de San Juan, que también se hace con las fallas. En Ordino, por ejemplo, terminan la quema de las fallas con el encendido del Mai de Sant Pere. Además, para iniciar a los más pequeños en esta tradición, en algunas localidades se han añadido las fallas de luz, que son unas bolas que también se hacen girar y que cambian de color con las que los niños comienzan a practicar y a disfrutar de la fiesta.

El Gobierno de Andorra declaró las fallas Fiesta de Interés Cultural (FIC) y las incluyó en el inventario general del patrimonio cultural de Andorra como bien inmaterial con el nombre de Fiestas del solsticio de verano. Esta declaración es muy importante ya que reconoce la importancia de las fallas como parte del patrimonio cultural de Andorra y asegura su protección y promoción.

Las fallas de Andorra son un ejemplo de cómo la recuperación de las tradiciones ancestrales puede tener un impacto positivo en la cultura y la identidad de un país. Además, esta celebración es una oportunidad para que las diferentes comunidades de Andorra se unan en torno a una tradición común y para que los más jóvenes aprendan y disfruten de ella. La declaración de las fallas como Fiesta de Interés Cultural es un paso importante para asegurar su preservación y para que futuras generaciones puedan seguir disfrutando de esta hermosa tradición.

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